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Caso Venezuela: Factor internacional e interno

Vale la pena analizar el caso venezolano con detenimiento, porque a raíz del análisis de los sucesos y la crisis en el país, podemos evidenciar la estrategia del imperialismo para implosionar los Estados que estén dirigidos por gobiernos que no respondan a los intereses de la OTAN.


Pero no es la única razón para estudiar lo que está pasando en nuestros país, también podemos dar un vistazo al desarrollo de las pugnas interclasistas a nivel nacional, la cual, en el caso de Venezuela, se centra en la captación de renta que genera la exportación petrolera.

Primero podemos comenzar con el aspecto internacional y hacer un breve repaso histórico que nos respondería la pregunta: ¿Por qué tanto interés del establisment internacional en obligar el cambio en Venezuela?

Comencemos con la década de los 90´s, época en que el unilateralismo fue la principal herramienta de la política internacional de EEUU y sus aliados de la OTAN, aunque discursivamente hacían creer que sus objetivos eran dirigidos al bien de la humanidad en su totalidad.

Mientras los teóricos de la globalización festejaban entonces el “fin de la historia” y la unipolaridad, el concierto internacional comenzó a experimentar algunos tonos disonantes provenientes de “actores que eran secundarios” hasta el momento.

El surgimiento del movimiento progresista en América Latina (1999-2008) inaugurado por Venezuela y seguido posteriormente por Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia, Honduras, Nicaragua, Paraguay y Uruguay; fue el primer elemento en el siglo XXI que amenazó la hegemonía de los EEUU en la región, siendo Latinoamérica y el Caribe el foco central de los intereses de los capitales estadounidenses desde el nacimiento de la Doctrina Monroe en 1823, donde se estableció oficialmente que Centro y Sur América, son lo que conoceríamos ahora como el “espacio vital” de los EEUU.

El surgimiento del multipolarismo se potenció con la articulación de los BRICS (Brasil, India, China y Sudáfrica) grupo fundado en 2006 por países ubicados en la categoría de potencias emergentes y capaces de respaldar política y económicamente el surgimiento de nuevos centros de poder a fin de equilibrar la balanza en contra del orden unipolar.

En todo este nuevo escenario, Rusia y China han jugado un papel protagónico en darle coto a las operaciones injerencistas, convirtiéndose en importantes socios comerciales y aliados geopolíticos de varios estados latinoamericanos.

Dicho esto pasemos al caso venezolano en el plano internacional, donde las intenciones de aislar al país de la región se enmarca en la estrategia diseñada por el Comando Sur del Ejército de los EEUU, llamada Venezuela Freedom-2, redactada en 2016, cuyo objetivo general es atomizar los nuevos mecanismos de integración que compiten con el Sistema Interamericano, para ahogar a Venezuela en una conmoción social interna.

Así lo observamos en la VIII Cumbre de las Américas realizada en Lima, donde el vicepresidente de EEUU, Mike Pence, realizó una serie de encuentros bilaterales con gobiernos como: Colombia, Ecuador, Argentina, Chile y Perú; incluso sostuvo reuniones con figuras de la oposición venezolana, buscando fortalecer sus políticas de dominación sobre la región a través de operadores locales.

Freedom-2 fue promulgado a través de la Orden Ejecutiva conocida cómo el Decreto Obama y actualizada por la administración Trump, la cual califica a nuestro país como una “amenaza inusual y extraordinaria”, la misma, aplicada anteriormente en Siria, Irak, Sudán, Zimbabue, etc.

Ahora, veamos los aspectos internos, donde uno de los elementos que tenemos que observar es la devaluación forzosa de los salarios, indicador que, de acuerdo a la teoría económica, muestra la productividad marginal de cada trabajador.

A pesar de que el gobierno ha intentado sostener regularmente el incremento del salario, éste no hará la diferencia de manera efectiva, si no logran mantener o aumentar la capacidad de adquirir bienes para la existencia, el mantenimiento de la vida y el desarrollo del hogar.

Por otro lado tenemos que señalar las formas de subsidios y trasferencias directas, como la recién inaugurada política de asistencia financiera, expresada en sumas de dinero en forma de bonos familiares, temáticos y festivos (Bono de niño Jesús, Carnaval, Mujer, entre otros) y, por otro lado se encuentran los subsidios indirectos, dirigidos a los distintos sectores públicos como: la electricidad, el agua, el aseo, la telefonía fija, el internet, la gasolina, solo por mencionar algunos.

A pesar de que estos últimos benefician a los estratos sociales bajos, también beneficia a la red de empresas privadas que son a su vez las que suben indiscriminadamente los precios, aplicando las tasas de cambio que se fija en el mercado negro.

Por otro lado, la disminución de la generación de productos en Venezuela, aumenta la pugna de todos los sectores económicos por la renta, pues a partir de la contracción, el “pedazo de la torta” se hace más pequeño y realizan operaciones económicas especulativas que al final recaen en los hombros de las clases más bajas.

Desde el movimiento popular organizado las respuestas a tales circunstancias han sido múltiples según las características y el territorio donde se desarrollan tales procesos organizativos, el Encuentro del Movimiento Comunero realizado en febrero de 2018 en los predios de La Comuna El Maizal en el estado Lara, arrojaba como diagnóstico la necesidad imperiosa de avanzar en dos áreas: La industrialización comunal y el control popular de la distribución de bienes y servicios.

El primer aspecto responde a que por ejemplo: Solo la Comuna El Maizal produjo en 2017 4mil toneladas métricas de maíz que debieron ser entregados a silos privados y a otros bajo control del Estado venezolano, sin que el Poder Popular pudiera darle seguimiento al proceso de producción de harina precocida, y su posterior distribución a precios justos en el seno de las comunidades, Es así que parte de esa producción fue desviada al mercado del contrabando de extracción (hacia países como Colombia, Brasil o al Caribe) o contrabando interno conocido como “bachaqueo”, donde la harina entra a un mercado ilegal de distribución donde su precio de venta al público aumenta especulativamente de acuerdo al costo del dólar paralelo.

Es frente a estas condiciones que l@s comuner@s reunidos en el municipio Simón Planas del estado Lara a inicios de 2018 se plantean la necesidad de la “industrialización comunal” como paso crucial en la construcción del Estado Comunal.

Por su parte, el control popular de la distribución de bienes y servicios ha tenido experiencias exitosas en mercados de consumo planificado como La Alpargata Solidaria, Pueblo a Pueblo, el SACO (Sistema de Producción y Abastecimiento Comunal); que establecen puentes directos entre productores agrícolas y comunidades organizadas en los centros urbanos y da respuesta a una de las necesidades más sentidas de la familia venezolana en la actualidad, el acceso a los alimentos.


Frente Cultural de izquierda / Venezuela.

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